martes, septiembre 16, 2008

79 - Goleada

Cuando estaba en la selección de fútbol de la prepa teníamos a nuestro entrenador, mejor conocido como Mac, y al asistente del entrenador, un güero brasileño llamado... llamado... mierda, neta no me acuerdo cómo se llamaba... cuando me acuerde lo pongo. Mac era a toda madre, echaba relajo con nosotros y nos la pasábamos bien en el entrenamiento; el güero, en cambio, era un mamón de mierda y nos trataba como escoria.

De los días de entrenamiento (lunes a miércoles de 15 a 17 hrs) había unos en que Mac no iba puesto que estaba asistiendo a un curso para entrenadores en la Ciudad de México, o algo así. En esos días era el brasileño el que se encargaba del entrenamiento, era un desgraciado con nosotros. Eran los peores días para ir a entrenar, además de la joda que nos ponía hacía el entrenamiento larguísimo, siempre salíamos tarde y por eso nunca alcanzaba el ExpresoTEC a tiempo.

Los juegos como local eran los sábados temprano en "La Congeladora", cuando nos tocaba de visitante variaba el día del juego. La verdad es que como equipo no éramos muy buenos pero tampoco éramos tan malos, a veces sacábamos buenos resultados aunque la mayoría perdíamos por una diferencia mínima.

Cierto juego contra La Salle (del norte? del sur? eso no me acuerdo) nos tocó visitarlos en viernes por la tarde, recuerdo perfectamente que ese día tuvimos uno de esos juegos en que ninguno, repito, NINGUNO de nosotros pudo dar un pase correcto, un tiro bueno, una buena barrida, una buena atajada, nada, ha sido de esos juegos en que desde el primer minuto y hasta acabado el juego fuimos una bola de niños tontos corriendo atrás de un balón sin saber qué hacer.

Al final del juego el marcador fue como 14 - 1, nuestra peor goleada recibida en toda la historia (en toda mi historia! ya ni los Knights son tan malos). Incluso, uno de los goles lo metió el portero del otro equipo en un tiro libre, así de triste fue el asunto.

Regresamos a casa bastante deprimidos y avergonzados con nosotros mismos.... bueno no, la verdad es que nos íbamos burlando de nuestros errores y la botana del viaje fue el portero: "Recibir 14 goles no es tan malo, pero dejarte anotar por el otro portero? no mames...", jajaja pobrecito.

Pasó el fin de semana y el lunes que nos presentamos al entrenamiento ya se nos había olvidado el asunto de la goleada. Pero al brasileño no. Ese pinche güero nos ha puesto una joda que en ese momento me arrepentí de todos mis pecados, habidos y por haber. El entrenamiento duró horas y cada uno de los minutos que estuvimos ahí nos pusó a trabajar con todo. Regresé a mi casa ya en la noche, adolorido, cansado, decepcionado, enojado y sin ganas de seguir viviendo (derrotado). Pasó la semana y el dolor en diferentes partes del cuerpo continuaba, descubrí músculos que no conocía, los descubrí a través del dolor.

A pesar de la joda que nos pusieron, continuamos perdiendo uno que otro partido. Pero por supuesto nunca volvimos a recibir semejante goleada. Finalmente el método del dolor funciona, de manera cruel y despiadada pero funciona.

Y hablando de goles marcados por porteros, aquí les dejo una pequeña recopilación que encontré en YouTube:



Ahh!! ya me acordé... se llamaba Aldo... desgraciado sádico.

lunes, septiembre 15, 2008

80 - ¡Sonrían!

Cuando iba en la primaria, mi madre me preparaba mi lunch (lonch) para que durante la hora de recreo comiera saludablemente y no anduviera entrándole a las cochinadas que vendían en la tiendita (esos chicharrones con salsa, sssss!!). El lunch incluía un sandwich, una fruta, un frutsi, a veces cereal y como gran final un chocolate, Tin Larín o Carlos V. Actualmente no sé cómo sea la envoltura de los Carlos V pero en mis tiempos venían envueltos en cierto tipo de papel aluminio y sobre eso la envoltura que decía CARLOS V.

Pues bien, en cierta ocasión durante 3er año era el día de las fotografías para el anuario, te tomaban una individual y la de tu grupo completo. Por supuesto todos llegábamos bien peinaditos, limpiecitos y acicalados por la mañana, las madres tenían la confianza de que sabríamos comportarnos el tiempo suficiente para llegar presentables a la hora de la foto. Pocas veces sucedía eso.

Había quienes hacían muecas o gestos a la hora de la foto de grupo, incluso había quien adoptaba poses tipo James Bond, pero no siempre lograban salir así en la foto, las maestras se daban cuenta y regañaban a los latosos. Pero a mi se me ocurrió hacer otra cosa: tomé el papel aluminio de mi chocolate Carlos V y lo puse sobre mis dientes, era la maniobra Dientes de Plata. Para la foto grupal no hubo bronca, tuve la sonrisa más brillante de todos. Pero al llegar a la foto individual mi maestra se dió cuenta de mis dientes se veían extrañamente luminosos. Me quitaron el papel de la boca y ya no pude salir brillante como quería.

domingo, septiembre 14, 2008

81 - Pistola

Cuando estábamos en la secundaria, solíamos irnos todos los viernes a casa de Ángel, en un fraccionamiento muy coqueto cerca de Av. Tecnológico. Ahí siempre había diversión, mucho espacio y mucha estupidez, de esa que nos gustaba hacer.

En la misma privada donde vivía mi amigo, vivía un chavo al que le decíamos Shoke (obviamente esta es la primera vez que escribo el apodo, no tengo idea si así se escriba), era una persona muy muy enferma, muy dañada mentalmente. Su sentido del peligro y dolor iba mucho más allá de lo que cualquier ser humano es capaz de imaginar.

Cierto día, estábamos varios en casa de Shoke echando desmadre. De repente dice Shoke: "¿Quieren ver la pistola de mi papá?" [sin albur], a lo que todos los presentes (puro escuincle teto) respondemos: "Sí, sí, a ver". Entra Shoke al cuarto de sus papás y sale con un pinche revolver .38 que se veía rudísima. Todos maravillados con semejante cosa estábamos con la boca abierta.

Y de la nada, el imbécil de Shoke le apunta a la cabeza a un amigo que le decíamos Frito (o tío T, daba igual), todos nos quedamos helados y dice Shoke: "Ja ja ja ja ja, ¿y si le disparo? ja ja ja ja ja". Frito estaba pálido y parecía no respirar, un muchacho de 14 años estaba a punto de cometer un asesinato y todos nosotros seríamos testigos.

El momento era tenso, muy tenso. "Ya Shoke, baja eso, no mames." Después de lo que pareció una eternidad, por fin Shoke bajó la pistola y la regresó al cuarto de sus papás. Inmediatamente escapamos todos de ahí.

Tiempo después, Frito nos dijo: "Mi mayor preocupación era qué le iban a decir a mi jefa cuando llegara por mí a casa de Ángel".

Señora, aquí están los restos de su hijo, era un buen chico.

sábado, septiembre 13, 2008

82 - Safe!


En la preparatoria teníamos una clase llamada Creatividad, era una de esas clases de relleno que habría sido buena si no tuviera calificación y sólo se fuera por gusto. El profesor de la materia tenía cierto parecido con Ned Flanders (aunque los de mi generación le decían Campechano). Era un poco mamón, nos trataba como subordinados (pendejos), lo cual no le dio buena fama entre el alumnado. Además de todo sí tomaba en cuenta las faltas, ¿quién en su sano juicio toma faltas en una clase de relleno?

El salón en el que tomábamos esa clase tenía un largo pasillo de frente a la puerta. Cierto día iba yo a clase y ya era un poco tarde, voy caminando por el pasillo en cuestión cuando veo que Campechano viene desde la izquierda, así que aceleré el paso. El profesor llegó a la puerta, estaba a punto de cerrarla y yo ya venía corriendo para alcanzar a llegar. En un momento de desesperación, todo fuera por no tener otra falta, me lancé en una espectacular barrida desde 5 metros atrás para evitar que cerrara la puerta. Sin embargo el asunto no terminó como lo hubiera querido.

Al aventarme la barrida para llegar en SAFE! le pegué a la puerta provocándo que ésta le pegara al profesor en la mano con la manija. Por supuesto, Campechano se encabronó y me corrió de la clase. Al final terminé con otra falta más.

viernes, septiembre 12, 2008

83 - Mina

En la secundaria, cualquier cosa que incluyera destrucción, salvajismo, insolencia y/o estupidez era sinónimo de diversión; estar en ese salón era como vivir enjaulado con otro reos.

La cosa era que durante clases uno se aburría fácilmente y perdía la atención de la clase distrayéndose con cualquier situación que ocurriera alrededor. Por alguna razón, que al día de hoy desconozco, en una de esas veces que andaba aburrido decidí que quería hacer un agujero en el piso. ¿Por qué? Ya dije, desconozco la razón, simplemente quería hacer un puto hoyo en el salón.

Comencé trabajando cerca de mi lugar, mi herramienta era un trozo de pata de una de las bancas que con el uso se iban rompiendo. Y así poco a poco fui creando el hoyo, primero rompí la loseta que había, luego seguí golpeando y picando la losa de concreto macizo que funcionaba como entrepiso. La verdad es que el avance era lento, la mano de obra era casi nula y la herramienta no era la indicada. Todo esto ocurría durante horas de clase, un sonido parecido a CLANG sonaba mientras la maestra de Civismo explicaba un artículo de la Consitución Mexicana.

Unas semanas después, conseguí más trabajadores (Medrano y otros) que me ayudaban a excavar. Recuerdo que Ángel (un muy buen amigo) bautizó la obra como la Mina Ortega, en honor a mi, el creador.

Al final nunca logramos terminar el agujero y la mina cerró.

jueves, septiembre 11, 2008

84 - Botargas

En marzo se festeja el aniversario de la universidad donde estudio, le llaman Día C. Se suspenden labores y las sociedades de alumnos organizan eventos como conciertos, juegos, puestos de comida, traen la lucha libre y por supuesto también hay eventos deportivos como el torneo de fútbol y la carrera de relevos. Hasta eso sí se pone chido el Día C.

Este año la 3 veces H. Sociedad de Alumnos de Ingeniería Civil (SADIC) organizó la carrera de botargas, sí, como la que usted vió en Otro Rollo, pero la nuestra fue un poco más amateur.


Ustedes disculpen la calidad de imagen pero no contamos con los fondos necesarios para realizar un trabajo profesional.

Las botargas las consiguió el Sr Presidente, la renta de cada una fue como de $400, una inversión un poquito fuerte pero era lo que necesitábamos. En una de las jardineras de la explanada creamos un pequeño circuito delimitado con material del labortario (de ahí las cubetas y la carretilla). La carrera era de 5 personas, tenían que buscar una paleta que escondíamos en una tina llena de inflables, el que llegara con la botarga completa y la paleta en la mano al final del circuito ganaba (¿qué ganaba? la paleta).

Había de todo, grupos de amigos que sólo querían darse en la madre, a veces eran puras chavas las que corrían y se destrampaban como no tienen idea. Pero la mejor carrera de todas fue una pareja donde, tanto el novio como la novia, se pegaron CON TODO, cada que tenían oportunidad se tackleaban contra los arbustos, se metían el pie, se jalaban de la botarga, incluso en un momento el novio se aventó con las rodillas mientras la novia estaba tirada en el suelo. Amor del bueno.

La cuota para entrar al juego era de $20, y aunque no lo crean, la gente nos pagaba con todo gusto por meterse a una botarga y correr con sus amiguitos; ha sido el negocio más lucrativo que hemos tenido. Sacamos más de $5,000 ese día.

El problema vino cuando al día siguiente teníamos que regresar las botargas a la tienda (puesto que solamente habíamos rentado). Las pobres botargas quedaron echas mierda, Pooh no tenía pies, Buzz Lightyear había perdido su cinturon, el cierre de Homero estaba tronado, Shrek ya no cerraba y las botas del gato habían desaparecido; todo eso sin mencionar lo puercas (por dentro y por fuera) que habían quedado.

Las habíamos metido en su funda esperando que cuando llegaran a recogerlas no las abrieran. La buena suerte aún me sorprende, llegaron, agarraron las fundas, nos regresaron la credencial de Mr President y se fueron sin siquiera revisarlas. El crimen perfecto.

A la semana siguiente, Mr President recibe una llamada, era de la tienda de botargas. Dijeron que habíamos destruido por completo las botargas y que tendríamos que pagarlas. Obviamente, y sin nada qué discutir, defendimos como perros nuestra posición. No perderíamos esos $5,000 que con tanto trabajo habíamos conseguido y que estaban destinados para una ceremonia de celebración (alcohol).

Sin embargo, después de varios días de frustradas llamadas y amenazas, finalmente el Preciso prefirió darles el dinero para que nos dejaran en paz =( Y esa es la historia de cómo lucramos con la idiotez humana y perdimos todo en un instante. Mejor hubiera sido malgastarlo en apuestas de gallos de pelea.

Aún así, ese día de las botargas nos la pasamos muy muy bien. Y por supuesto, antes de que comenzaran las carreras, nosotros hicimos la nuestra.

Por supuesto, yo era Pooh


miércoles, septiembre 10, 2008

85 - Zapato/Tenis

Esta me la recordó mi madre hoy en la mañana.

Durante la primaria, la mejor hora del día era sin duda El Recreo, espacio de 30 a 40 min para que los niños salgan de sus celdas y puedan sentir un poco de libertad, respirar aire puro, olvidarse de los libros y cuadernos. Bendita sea la hora del recreo, cuando uno podía jugar fútbol, correr por el patio, aventarse agua, contar chistes, jugar tazos (ahh los tazos... digan lo que digan, lo verdaderos tazos eran los de los Looney Tunes y Tiny Toones, todos los demás eran pura mamada), etc etc.

Al principio no importaba si ibas de pants de deportes o de pantalón y zapato, mientras tuvieras una lata, una botella de plástico o un suéter enrrollado, era legal jugar fútbol en la cancha de la escuela. Pero un día, nuestra amable directora, impuso la regla de que sólo se podía entrar a la cancha si traías tenis, el zapato estaba prohibido.

Pues bien, podría ser que se me olvidara llevar la tarea de español o de inglés, podría ser que se me olvidara mi lonchera (wow), podría ser que se me olvidara cualquier otra cosa, pero nunca olvidaba mis tenis para poder cambiarme los zapatos y poder jugar fútbol en el recreo.

Lástima por los pantalones que usaba, no me duraban ni medio año escolar con tantas barridas y caídas.